martes, 13 de abril de 2010

CARTONES DE LA JORNADA



Director de la CIA, Leo Panetta, hizo un viaje secreto a México.

Director de la CIA, Leo Panetta, hizo un viaje secreto a México.




debate.com.mx | Raymundo Riva Palacio | Actualizado: 04/04/2010 8:21:00am

El viernes 12 de marzo, el director de la CIA, Leo Panetta, hizo un viaje secreto a México. Su primera reunión fue temprano en la embajada de Estados Unidos, donde habló con los agentes a su cargo de la Estación –como llaman a sus delegaciones subsidiarias-, a donde desde hace casi 10 años han estado enviando expertos en países afectados por el narcotráfico. Tras esa reunión sostuvo una serie de entrevistas con altos funcionarios del gobierno mexicano, acompañado siempre del embajador Carlos Pascual, experto en estados fallidos.

La revelación sobre la visita del director de la CIA fue hecha el viernes pasado en el portal Eje Central por el periodista Joel Hernández, pero los detalles generales de qué hizo, con quién habló y de qué habló, se siguen manteniendo como secreto de Estado. Es absolutamente natural. Los mexicanos no van a confirmar la visita, y menos aún el contenido de lo que les dijo. Pero Panetta, de acuerdo con lo poco que ha podido trascender, habló con tres miembros del gabinete de seguridad, cuando menos: el secretario de la Defensa, general Guillermo Galván, el de Marina, almirante Francisco Saynez, y de Seguridad Pública, Genaro García Luna.

Los encuentros se dieron en dos momentos. En el primero, Panetta habló con los militares; posteriormente con el civil. La parte crítica de esos encuentros, según la información obtenida, fue con el general Galván y el almirante Saynez, con quienes Panetta tuvo un encuentro muy fuerte, pero no de antagonismos. El jefe de la CIA vino fundamentalmente a México a llamarles la atención porque las disputas entre ellos que, dijo el funcionario estadounidense, están afectando el combate a los cárteles de la droga en este país. Panetta subrayó a los militares que si se mantiene esa dinámica, los esfuerzos del gobierno calderonista y de la administración Obama, serán inútiles.

Panetta no es el único preocupado en Washington. Desde hace algún tiempo, el gabinete de seguridad del presidente Barack Obama está observando con creciente alarma cómo el gobierno de Calderón, consideran, no está pudiendo con los cárteles de las drogas. Hace un año exactamente, en su primera visita a México como jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, el cargo militar más alto en Estados Unidos, el almirante Mike Mullen, advirtió que los cárteles de la droga mexicanos comparten rasgos con los grupos terroristas. Ambos funcionan de manera amorfa. "Inteligencia confiable es una característica fundamental para eliminar a ambos", precisó.

No lo escucharon bien en México, pero Mullen anticipó lo que es la nueva arquitectura de la Iniciativa Mérida, que se empieza a conocer en Washington como "Mérida 0.2", que es una colaboración reforzada en el ámbito de la inteligencia. Este marco renovado sólo podría haber sido viable en un entorno de debilidad mexicana. Las pugnas dentro del gabinete de seguridad de Calderón crearon las condiciones, que Panetta subrayó a los jefes militares mexicanos del día 12: la principal guerra que tienen no es con los cárteles, sino entre ustedes mismos.

El jefe de la CIA no fue el primer emisario de alto nivel que envió Washington para expresarle al gobierno de Calderón que no están a gusto con la manera como están llevando la guerra contra las drogas, pero sí inició la nueva ola de presiones políticas del gobierno de Obama a Calderón. El primer mensaje público fue el 24 de febrero, irónicamente el Día de la Bandera, cuando The Washington Post, que suele reflejar los intereses del Departamento de Estado y la comunidad de inteligencia en Washington, publicó: "Por primera vez, funcionarios de Estados Unidos planean colocar agentes de
inteligencia estadounidenses en unidades policiales mexicanas, para ayudar en la búsqueda de líderes de cárteles y sus sicarios".

El principal diario político de ese país ubicó la información en el contexto de Ciudad Juárez, y añadió que el nuevo acuerdo negociándose entre los dos países permitiría a agentes de inteligencia estadounidenses, principalmente de la DEA, operar desde los centros de operaciones en territorio mexicano con policías federales mexicanos que estén verificados por ellos y que hayan sido entrenados por la CIA o el FBI. La información del Post no fue ni desmentida ni confirmada en México.

La semana pasada, vino un mensaje adicional, directamente de la secretaria de Seguridad Interna, Janet Napolitano, durante una entrevista en el programa "O´Reilly Factor", que siempre ha tenido un cariz profundamente antimexicano, en la cadena Fox News, que tiene más audiencia en Estados Unidos que CNN, ABC, CBS y NBC juntos.

Bill O´Reilly, su reaccionario conductor, dijo: "La otra noche transmitimos un segemento sobre la guerra de las drogas en México. Yo creo que el presidente Calderón debería aceptar la ayuda de agentes federales de Estados Unidos y quizás de militares. ¿Está de acuerdo?".

Napolitano respondió: "Sí, y él (Calderón) también".

Una vez más, las voces mexicanas que salieran al paso de esa afirmación, que de concretarse significaría un vuelco radical en las relaciones bilaterales entre los dos países en tiempos de paz, estuvieron ausentes. En cambio, comenzaron a aparecer otras sensibilizando a la opinión pública, como la del senador panista Ricardo García Cervantes, quien le dijo a Óscar Mario Beteta en su noticiero matutino en Radio Fórmula, que habría que modificar el concepto de soberanía para permitir una mayor colaboración en el campo de la inteligencia entre los dos países.

La idea quedó sembrada para que crezca. Eso es lo que quiere Estados Unidos. Eso es lo que el presidente Calderón parece estar dispuesto a aceptar. Pero para que eso funcione no pueden estar peleándose los militares, que fue lo que vino a arreglar Panetta. ¿Qué está pasando? Que discretamente, el control de la guerra contra las drogas se está transfiriendo a Washington, se acepte o no públicamente. Esto es un pésimo cierre para Calderón en su guerra contra las drogas, pero quién le mandó meterse a jugar grandes ligas cuando es amateur.